Reflejo del esplendor que tuvo la ganadería lanar trashumante en la Edad Media en la villa es el Lavadero, recientemente restaurado, a orillas del río Remonicio el cual le proporciona caudal limpio de agua todo el año.

 

Su función principal consistía en lavar la lana resultante del abundante ganado ovino propiciado por los beneficios del Honrado Concejo de la Mesta, y una vez lavada poder tenderla, marcarla, pesarla, atarla para posteriormente comerciar con ella. Además solía completar el complejo otra serie de edificios como una lonja donde recopilar la lana y otras estancias donde acoger a todos los operarios que trabajaban en ello. Se desconoce su origen, si bien los primeros documentos que lo atestiguan datan de 1495. Este es uno de los dos que existían en la villa, como así rezan escritos de 1670, pero en ese mismo año, un incendio arrasó el existente en el río Revinuesa denominado "Lavadero de abajo", quedando tan sólo el "Lavadero de arriba" situado en el Remonicio.

 

Los Lavaderos tenían dueño, de hecho las familias Marquina y Carrillo fueron sus últimos propietarios si bien su uso solía arrendarse a costes muy elevados, pero hay que tener en cuenta que entre los lavaderos de Soria y Vinuesa se lavaba entre el 80 y 90 % de la lana de la provincia por lo que eran bastante rentables. El arrendamiento solía realizarse a grandes mercaderes de procedencias muy variadas, desde Soria, Burgos, Navarra hasta Portugal y Génova, envolviendo a Vinuesa en un ambiente mercantil algo atípico. Estos mercaderes utilizaban los Lavaderos después de hacer grandes compras de lana; la lavaban, secaban y la transportaban bien por el país, bien al extranjero.

 

 

Este productivo proceso, sirvió de beneficio no sólo a aquellas actividades ligadas directamente con los lavaderos, sino que se vieron favorecidas tabernas, tiendas, mesones, posadas y en especial los carreteros ya que había un enorme trasiego de carros tirados por bueyes..

 

También las autoridades vieron en esta actividad una fuente enorme de ingresos pues reclamaron sus derechos al corresponder las aguas y prados que se utilizaban al Concejo y de esta manera se crearon las rentas de lavaje que sirvieron para dotar económicamente a Vinuesa. Toda esta frenética actividad tenía lugar en tan sólo tres meses, llegando a tratar casi un millón de kilos de lana en sus mejores años.

 

 

El Lavadero que hoy en día podemos ver forma parte de un edificio muy sencillo compuesto por una única nave de planta rectangular cuya entrada se efectúa por el Sur a través de un amplio arco de medio punto. Presenta unos huecos abiertos en los extremos y una puerta más pequeña en el lateral y como eje del edificio, una gran pila de piedra donde se procedía al lavado. Un armazón de madera sujeta el tejado y sobre el dintel de la puerta de entrada se observa una inscripción que dice: "A sus paisanos los hijos de Vinuesa residentes en Veracruz, año de 1872".

 

 


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